Pasó
mucho tiempo, creo que fueron meses, en realidad. En que me di cuenta de que ya
te habías ido. Hace tanto que habías dejado de ser mío… Cuando te enteraste de
mi locura, decidiste huir, te largaste cuanto antes pudiste a esa cafetería que
tanto te gustaba. Te marchaste y me dejaste con mi trastorno inconcluso. No me
ayudaste como dijiste que lo harías, me aterré tanto al sentir que me faltabas…
Me di cuenta, ya no contestabas mis llamadas. Tomé, creía yo, la decisión
correcta, no quería dejarte huir tan fácilmente de mí. Habíamos tenido la
historia más hermosa, tan solo mi locura no supiste apreciarla. Hasta que llegué, a tu amada cafetería. Me
tomó tiempo, en pedir empleo y comenzar a trabajar allí. Mi primer día de
trabajo, estaba entusiasmada, yo estaba
en la cocina y pediste tan solo un café. No te diste cuenta de que estaba allí.
Yo
desesperada, ya que sabía que no ibas a volver… me llené de pena… no sabía por
qué hacía todo esto, ya no me querías ver, ya no querías saber nada de mi… ¿por
qué me seguía humillando de esta manera? Sin darme cuenta, ya tenía todas las
muñecas de mis brazos derramando sangre… Me quedaba poca conciencia de lo que
hacía… Tomé un tazón y te serví uno bien cargado en sangre recién derramada.
Entre eso también estaban mis lágrimas, quería que la bebieras y sintieras mi
pena y desilusión. En eso limpié mi brazo y salí rápidamente sin que las otras
empleadas me vieran; quise ir a dejarte el tazón personalmente.
Iba
llegando a tu mesa, me quedaban cinco pasos y verías mi rostro luego de varios
meses. Mis heridas estaban sangrando de nuevo, estaba nerviosa y transpiraba
mucho. En eso, una chica guapísima entra a la tienda y se sienta en tu mesa. En
eso, pude sentir el corazón como estallaba y casi dejaba de latir.
En eso
me viste con el tazón servido frente a tu mesa. Me miraste con un gesto de
felicidad… Me ibas a saludar a lo que te
lancé el tazón y te he bañado en sangre… continuamente me dirigí a la chica y
la azoté contra la pared. Todos estaban
vueltos locos, yo solo gritaba y lloraba.
Él era
el único que sabía calmarme, así que me sostiene y me dice exactamente “Es por
esto, que me alejé de ti, no creí que volverías a ser tan lunática”. Quedó
silencio absoluto en la tienda, todos me miraban y yo los miraba. Me soltó y
caminé rápidamente a unas rocas en las que solíamos sentarnos y miré el mar. Lo
analicé y me di cuenta lo profundo que era… En eso, me levantó y me lanzó hacia
el mar y sus rocas que estaban a unos siete metros de distancia a donde estaba
yo.
Mientras
caía recordaba que mi mamá estaría de cumpleaños en un mes más, que mi hermano
se graduaría de la escuela, que mi hermana iba a ser mamá, por lo tanto yo tía.
Que quería estudiar Gastronomía en la universidad, que a mi perro había que
bañarlo, que mi diario había quedado abierto debajo de la cama. Tenía que
llegar a cerrarlo y esconderlo. ¿Por qué me mataría por amor? Es una tontería.
Cuando amas, sufres y eso, tienes que aceptarlo. Quitarse la vida no es remedio…
más adelante, otro chico me hará feliz… Tengo que volver a casa.
Cuando
me di cuenta de que lo que estaba haciendo estaba mal, un ángel me sujeta la
mano mientras caía. Era mi abuelita, yo la quería tanto, en eso, le sonrío,
cierro los ojos y antes de estrellarme contra las rocas me dije tan solo una
vez ME ARREPIENTO TANTO, PERDÓN MAMITA, PERDÓN.
Danny.