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viernes, 17 de agosto de 2012

El Vago

Camino sin rumbo por las calles. Mi peor estación es el invierno. Desearía poder volver a casa, pero mi familia no me aceptaría de vuelta, porque mis hijos, mi esposa y hasta el perro... me consideran un vago.
Me pasaba la vida en el bar y descuidé a mi mujer, la verdad, mis hijos tenían educación gracias a ella... soy un fracaso como hombre...
El día en que nos casamos, el sagrado día en que su padre nos pagó la boda y nos pusimos las sortijas... ese día fue el día más feliz de mi vida, ya que María, mi esposa, ya estaba esperando a nuestro segundo hijo en su vientre; seríamos una gran familia.
Ella trabajó bastante duro vendiendo paltas, le fue bastante bien. A nuestro hijo le gustaba salir a jugar a la calle y ensuciarse, que buenos momentos cuando yo le bañaba...
Empezó el problema a los dos meses de matrimonio. Mi mujer era perfecta, pero el alcohólico era yo. 
Me gustaba ir al bar a fumar marihuana y tomarme sus botellitas hasta quedarme tirado, orinado y fracasado en el suelo, pidiendo monedas o diciendo cosas sin sentido. 
También me la pasaba engañando a mi mujer, ella siempre fiel  y leal y yo allí, con una o dos, no sé porque lo hacía, estaba enamorado... creo que era para quedar bien con los otros borrachos del bar.
Un día volví todo sucio y mal oliente a drogas, sexo y alcohol. María  se llevó a nuestro primogénito a la habitación y ella salió a recibirme. Lo extraño era que estaba consiente de lo que me decía, pero lo que no hacía, era tomarle importancia.
Me decía que se iría... que no quería perder al bebé, que se llevaba al niño y ella vería donde pasaría la noche. 
Caí exhausto al piso y al día siguiente desperté con las maletas y mi mujer con mi hijo en brazos. Le pregunté ¿Te vas? y antes de que me respondiera le dije "Ahora podré tomar tranquilo".
Ya adivinarán, no fue ella quien se iba, era yo. 
Gracias a Dios que mi hijo no ha seguido los pasos que tomé yo, él estudia, juega, es sano y ama a una sola mujer, que es su mamá. 
Todo esto fue hace un año más o menos... yo no he hecho nada para rehabilitarme, digo, levantarme del suelo y comenzar a trabajar, pero tengo una maldita condena... Ver a ese desgraciado con mi mujer y mis dos hijos caminar siempre una calle más allá de mí... felices... Ella con vestido y él con un traje muy decente, mis dos hijos como unos verdaderos caballeros y yo... bueno, yo tengo la misma ropa con la que me fui de la casa hace como un año atrás... ya que lo que me había pasado mi mujer, lo vendí y volví a cometer el error.
Gracias hombre por haber hecho feliz a mi mujer, a mis hijos, gracias por darle techo, salud y descanso, disculpa, el desgraciado no eras tu, soy yo, el maldito que dejó ir a una mujer perfecta, el estúpido que no aprovechó su vida cuando la tuvo, el insignificante que ahora cuenta esta historia, en el suelo y con una cerveza en la mano. 

Autor: Danny

2 comentarios:

  1. Ahora cuando veo vagos tirados siempre me acuerdo de esta historia.

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