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viernes, 19 de julio de 2013

La vida acompañada en un solo parpadeo /Historia

Nací en una fecha no tan esperada, mi madre nunca me planeó, me dio a luz antes y todo fue una sorpresa.  
Cuando ya me volví joven y adolescente me salieron esas espinillas y granos internos que les salen a todos a esa edad, sufrí muchas desilusiones, sin embargo tuve muchos amores que valieron la pena. 
Luego de muchos pinchazos a lo loco, conocí a mi marido cuando yo ya estaba adulta, a los 25 años, recuerdo que fue un verano de diciembre en la playa de viña del mar, en la noche, yo fui a sentarme junto a la arena y él llegó a hablarme con toda la confianza.
Luego continué viviendo, nos casamos y tuvimos tres hermosos hijos que ahora ya tienen su familia y profesión, y pensar que la vida se nos fue tan velozmente y en un sólo parpadeo... ya todos adultos, licenciados y yo anciana con mi viejo y nuestras cabelleras blanquitas como el azúcar. 
Nuestra cama era de dos plazas, pero de todas formas nos gustaba dormir apretaditos como si fuera de una, no de una y media, de una, nada más.
Siempre me levantaba primero a hacer el desayuno, era tanto el silencio en la casa que ya no podía estar tan tranquila, puse mi música antigua y comencé a bailar con mi bastón. 
Mi viejito se levantó con sus muletas, porque sus rodillas estaban ya muy malas, y siguió mi ritmo y mis pasos, bailamos como no bailábamos de nuestra primera fiesta juntos, luego de casarnos... en la playa de viña del mar.... hace tantos, tantos años... 
Cocinamos unas ricas sopaipillas para nosotros, hicimos queque, torta, pie(pai) y tantas cosas ricas para celebrar otro año de vida más juntos, felices de tener, por mi parte, 96 años y por la suya 98. 
Hemos sido demasiado sanos durante nuestra larga vida, no bebemos alcohol, no fumamos nicotina ni drogas, ni siquiera hemos sido malos, al contrario, fuimos muy buenos siempre, ayudábamos y fuimos muy solidarios. 
Se nos acabó la vida cuando él cumplió 100. Se me ha ido mi viejito y creo que no podría seguir sin él.
Luego de dos años, me fui yo, me reencontré con él luego de un largo proceso, conocí a Dios, conocí las montañas más altas y las nubes más esponjadas, después de todo eso le volví a acariciar y mis cabellos seguían siendo iguales a los de él, canosos y llenos de caspa, como aceitoso. 
Mi hombre se volvió niño, luego joven, luego anciano, al igual que yo. La vida nos llevó en el río del destino, tenía que conocerte, tenía que casarme, tenía que tener hijos, yo tenía que vivir lo que se me destinó, ser feliz, pero no solita, si no junto a ti. 



Dani

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