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domingo, 16 de septiembre de 2012

3º parte. El valor de un centavo

CONTINUACIÓN.....



Mil y yo nos hicimos grandes amigos, la verdad, demasiado cercanos, y confieso que… creo que este billete me está gustando un poco…
- Mil  – Decía yo como un botón mal puesto.
- Dime –
- Te Quiero… en estas últimas horas siento, que aunque no podamos sentirnos, siento que te quiero mucho… más que a un simple billete –
- Yo también te quiero, Centavo, pero debes quererte a ti misma, es la única clave al éxito exquisito… -
-Que tierno eres, mil –
- Centavo, debo confesarte algo, yo soy así algo a lo medio Poeta… y te recitaré una poesía repentina –

“Esa moneda me deja loquito
Vale más que mil juntas
Más que un sol que encandile
Esa moneda es mi amiga
Y la quiero más
Que a cualquier otra en mi camino” 

Quedé impactada con esa poesía, porque sé que la creó solo para mí.
De pronto una mano enorme viene contra nosotros y coge a Mil, mi amigo Especial.
- ¡¡Centavo, me llevan!! –
- Disfruta tu oportunidad Que tú si vales oro y yo no valgo nada. –
Mil Desaparece de mi vida por siempre, jamás conoceré un billete como él… que se fije en una moneda como yo.
Quiero dormir como adolescente enamorada, quiero ser una persona y no me pasen por encima, realmente quiero dormir y dejar de valer “1” y valer “100.000…..” y que todos me quieran y me deseen.

Ya va la mañana siguiente y sigo siendo un centavo común tirado en el suelo a la orilla de la alcantarilla.

Veo pasar al dueño de Mil por frente a mis ojos, ese desgraciado se lleva a mi amigo especial… ¡Si tan solo pudiera gritarle! Pero no tengo boca, no puedo hacer nada, no puedo moverme sin piernas, ni pedir ayuda sin labios, no puedo ayudar sin los brazos que me faltan y la vida no me ha querido dar.

¿Por qué valdré tan poco? Eso me lo preguntaré por el resto de mi vida, por el resto, de toda mi larga vida 
de Centavo común y corriente.
“Esa moneda me deja loquito
Vale más que mil juntas
Más que un sol que encandile
Esa moneda es mi amiga
Y la quiero más
                                                       Que a cualquier otra en mi camino.” 


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Han pasado ya días y sigo sola aquí, triste y abandonada, acompañada de la Soledad, la Consuelo y la Esperanza.

Un niño pequeño se acerca a mí y me mira con unos ojos redonditos envidiables. Me toma con sus dos manitos de bebé y me lleva donde su madre.

¡Mamá, mamá! ¡Mira, mira! ¡Una moneda!
¡Puaj, que asco, hijo! ¡Bótala, quizás por donde ha estado!

Y tenía razón, no sabe por los lugares que he estado y me lleva en sus manos como laucha en basurero.

El niño finge botarme y me esconde en un orificio de su pantalón, en un bolsillo.
Hacía calor y olía mal, estaban un clip, un botón, tierra, canicas y yo.

Quería solo irme e intenté asomarme para huir, y vaya que funcionó, salí del lugar con muchísimo esfuerzo y pensé, ¿Por qué no usé las mismas ganas para acercarme a Mil y abrazarle? 



CONTINUA......

Autor: Danny

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